Me despierto con los rayos de sol que me
dicen que ya ha llegado la mañana y miro la hora en el móvil. Las 6:20. Debería
haber bajado las persianas por la noche, porque esta no es mi hora de
levantarme. Mi alarma suena a las 6:50, pero bueno, ya que estoy despierta me
voy a preparar para el instituto porque ahora ya no voy a conseguir dormirme de
nuevo.
Cojo
el móvil, abro la cámara y me miro. Sí, sé que existen los espejos, pero es una
mala costumbre que tengo. Me miro detenidamente. Mi pelo es liso y negro como
el carbón. Muy negro. De pequeña no me gustaba porque siempre veía chicas con
pelo rubio y castaño super bonitos, pero apenas veía pelos negros. Ni siquiera
mis padres tienen el pelo negro, quizás me venga de mis abuelos, pero los de
parte de mi padre son castaños, y los de parte de mi madre ni idea porque no
los he visto en la vida, y cada vez que pregunto sobre ello mi madre cambia de
tema. Qué se le va a hacer. Bueno, el caso es que desde que vi Pocahontas me
empezó a encantar mi pelo, además lo tengo por la cintura y lo cuido como a mi
propia vida. Mis ojos son almendrados y de color miel, y mis labios son finos
con el arco de cupido pronunciado. Ahora parece que están de moda los labios super
gruesos tipo Kylie Jenner, pero a mí mis labios me parecen bonitos así. Quizás
tengáis la imagen en la cabeza de una chica preciosísima, pero la realidad es
que soy bastante normal.
Por
cierto, mi nombre es April y nací en Abril. Qué graciosos mis padres, ¿verdad?
Ya se les podría haber ocurrido otra cosa. Cuando tenga un hijo le llamaré como
el día de la semana en que ha nacido. ¿Que has nacido un jueves? Pues ale,
jueves te llamas. Para seguir la tradición de mis graciosos padres (en realidad
lo llamaré Andrew si es chico y Krystal o Kate si es chica, pero dejemos la
bromita ahí). Vivo en Calgari, Canadá, una ciudad muy bonita, aunque antes
vivía en Toronto, pero mis padres encontraron trabajo aquí y nos mudamos cuando
yo tenía un año, así que he pasado básicamente 16 años aquí.
Debería dejar
de mirarme ya, que al final hasta llegaré tarde. -Pienso en voz alta.
Me
levanto de la cama y me dirijo al aseo a hacer mis necesidades y a arreglarme.
No tardo mucho, ya que mi pelo con cepillarlo un poco ya es suficiente, y el
único maquillaje que me pongo es la raya del ojo y un poco de brillo en los
labios. Cojo la mochila de una asa y bajo las escaleras hacia la cocina corriendo,
con tan mala suerte que, de alguna manera, me enredo en la otra asa de la
mochila y acabo en el suelo.
-¡April!¡April!
¿Estás bien? - Escucho a mi madre gritar mientras viene hacia mí.
-Auch.
-Me quejo.- Sigue sin mí, mamá, si me coges te van a atrapar, sálvate tú. -Digo
en tono dramático simulando una película.
-Eres
una payasa.
Se
agacha, me coje de la mano y me ayuda a levantarme. Algún día de estos mi madre
me va a abandonar por las tonterías que digo, aunque ya está acostumbrada y a
veces hasta le hacen gracia.
-¿Te
has levantado demasiado pronto, no?
-Échale
la culpa al sol, que no tiene otra cosa mejor que hacer por las mañanas que levantarme
antes de que suene mi alarma. -Bufo.
-Quizás deberías haber bajado la persiana en vez de echarle la culpa al pobre sol. Anda, ven a desayunar. He hecho tostada de la mermelada esa rara que compraste el otro día. -Señala el bote que está encima de la encimera y después se gira y se sienta en la silla para beberse su café. Mi madre ama el café. Yo soy más de beber una taza de chocolate caliente, aunque el cafè no me disgusta.
-Quizás deberías haber bajado la persiana en vez de echarle la culpa al pobre sol. Anda, ven a desayunar. He hecho tostada de la mermelada esa rara que compraste el otro día. -Señala el bote que está encima de la encimera y después se gira y se sienta en la silla para beberse su café. Mi madre ama el café. Yo soy más de beber una taza de chocolate caliente, aunque el cafè no me disgusta.
-Mermelada
de arándanos, mamá.
-Sí,
sí, eso.
Enciendo
la televisión mientras desayuno. Cambio de canales sin encontrar nada realmente
interesante, así que dejo unos dibujos animados con unos personajes que a mi
parecer estar un poco mal dibujados, y con un humor bastante simple. Todas las
mañanas enciendo la tele con la esperanza de encontrar algo interesante, pero
no sé ni por qué lo intento, si siempre echan las mismas cosas. Al final opto
por apagar la televisión, ya que realmente no me gustan estos dibujos animados.
Los que veía de pequeña eran mucho mejores, Doraemon, Scooby Doo, y un gran
etcétera. Qué recuerdos.
Termino
de desayunar, dejo el plato en el fregadero y me dirijo hacia la puerta para
salir.
-Adiós
mamá, ¡ten un buen día en el trabajo! Y dale a papá los buenos días de mi
parte. -Mi padre trabaja en una oficina, y entra a trabajar a las 9, así que
cuando yo me voy por las mañanas el aún está dormido y no me puedo despedir de
él.
-Vale
April, igualmente. -Mi madre se despide con una sonrisa gigante en el rostro.
Tengo una madre demasiado guapa.
Antes
de salir me echo un último vistazo en el espejo de la entrada. Me levanto la
camiseta y dirijo mi vista hacia las dos grandes marcas que hay en mi espalda y
que me acompañan desde que nací. No son dos cicatrices, ni mucho menos. Son...
¿cómo decirlo? Son marcas de lo que soy.